Se eligió el día 1 de diciembre porque el primer caso de sida fue diagnosticado en este día en 1981. Desde entonces, el sida ha matado a más de 25 millones de personas en todo el planeta, lo que la hace una de las epidemias más destructivas registradas en la historia. A pesar de que existe un mayor acceso y se ha mejorado el tratamiento antirretroviral y al cuidado médico en muchas regiones del mundo, la epidemia de sida costó aproximadamente 3,1 millones (entre 2,8 y 3,6 millones) de vidas sólo en el año 2005, de las cuales más de medio millón (570.000) eran niños.
La idea de dedicar un día a la lucha contra el sida en el mundo surgió en la Cumbre Mundial de Ministerios de la Salud de 1988, dentro de los programas para la prevención del sida. Desde entonces, la iniciativa la han seguido gobiernos, organizaciones internacionales y caridades de todo el planeta.
Desde 1988 hasta 2004, UNAIDS (ONUSIDA) organizaba el Día Internacional de la Lucha contra el Sida. Escogía un tema para cada año, después de consultarlo con otras organizaciones. En 2005 la UNAIDS entregó la responsabilidad de la conmemoración de este día a la organización independiente WAC (World Aids Campaign: Campaña Mundial contra el Sida). Para el 2005, eligieron como tema de su campaña: "Paren al sida: cumplan la promesa" (Stop Aids: Keep the Promise), que estará vigente hasta el 2010. Este tema no es específico para el Día Mundial de la Lucha contra el Sida, sino también para las labores de la WAC durante todo el año.
En 1998 la Asamblea General expresó su profunda preocupación por el hecho de que el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA) había adquirido proporciones de pandemia. Al tomar nota de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) había declarado Día Mundial del SIDA el 1° de diciembre de 1998, la Asamblea destacó la importancia de la observancia adecuada de esa ocasión.
Debemos tener la máxima preocupación con los enfermos de SIDA. Son Cristo sufriente. Por la fe, pueden unir sus dolores a los de Cristo y participar así del valor salvífico de la pasión del Señor (Cfr. Col. 1,4). Son personas humanas a las que se les debe todo respeto por su dignidad inviolable, y más cuando se encuentran en un estado en el que exigen toda nuestra atención. Tenemos que hacer la opción preferencial por los pobres, y de estos enfermos podemos decir que son los más pobres de entre los pobres, pues sus carencias no son sólo en el aspecto económico, sino en la misma vida.
Debemos tener la máxima preocupación con los enfermos de SIDA. Son Cristo sufriente. Por la fe, pueden unir sus dolores a los de Cristo y participar así del valor salvífico de la pasión del Señor (Cfr. Col. 1,4). Son personas humanas a las que se les debe todo respeto por su dignidad inviolable, y más cuando se encuentran en un estado en el que exigen toda nuestra atención. Tenemos que hacer la opción preferencial por los pobres, y de estos enfermos podemos decir que son los más pobres de entre los pobres, pues sus carencias no son sólo en el aspecto económico, sino en la misma vida.
La parábola del Buen Samaritano nos da la pauta de conducta con estos prójimos que son los que más sufren (Cfr. Lc 10, 30 yss); también nuestro Señor nos dice que el juicio final nos juzgará por el cuidado que hayamos tenido con los más pequeños y necesitados, que en esta situación son estos enfermos (Cfr. Mt 25,3146); no podemos pasar de largo frente a su postración; nuestra compasión, por otra parte, no debe quedarse sólo en este nivel, sino debe buscar la manera de ayudarlos eficazmente.
Los médicos y enfermeras y otros profesionales similares, tienen mucho de "buen samaritano"; el apoyo que les demos compartirá este noble oficio. Los sacerdotes debemos tener conciencia de que estos enfermos necesitan una palabra de auténtico consuelo que dándoles sentido a sus vidas que están consumiéndose. Sabemos que algunas de las víctimas de esta enfermedad provienen de relaciones sexuales ilícitas; pero no se descarta de ninguna manera que otras sean víctimas por causas que no revisten ninguna maldad moral, vgr. una transfusión de sangre infectada o el uso inadecuado de una jeringa, etc. Nosotros no estamos aquí para juzgar a éste o a aquel enfermo, esto es de Dios, de nosotros es el de socorrerlos lo mejor que podamos.
Incrementar la educación escolar y extra escolar de los valores de la vida, del amor y del sexo, así como insistir en la igualdad del hombre y la mujer
Eliminar toda forma de discriminación de los enfermos de SIDA .
Apoyarlos espiritualmente .
Recomienda multiplicar los centros para su debida atención .
Informar y educar adecuadamente sobre el SIDA.
Dedicar presupuestos suficientes para combatir este flagelo